Archivo de la categoría: Víctimas de la guerra contra las drogas el narcotráfico y el crimen organizado.

Audiencias públicas para las alternativas de la regulación de la marihuana: “Regulación en relación con la seguridad pública”

Amaya Ordorika Imaz, integrante de ReverdeSer Colectivo, participó el día de hoy en la mesa “Regulación en relación con la seguridad pública”, en el marco de las Audiencias públicas para las alternativas de la regulación de la marihuana, a la que convocó la Mesa Directiva del Senado de la República.

Aquí pueden encontrar el video completo de la mesa:

 

Para el seguimiento en redes sociales busca #RegulacionResponsable

 

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional.

a 4 años seguimos exigiendo #JusticiaParaNepo

12309750_10153285251286188_4977079845983242581_o.jpg A 4 años del asesinato de Nepomuceno Moreno, un padre que buscando a su hijo Jorge Mario encontró la muerte, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad convoca a las 2pm de este sábado 28 de noviembre a limpiar las placas de nuestras personas desaparecidas y de nuestros muertos y a llevar flores a ese recinto de Memoria que se ha transformado la Estela de Paz.

«De todo corazón si se muere uno en esta guerra que andamos, no se sientan, ni digan nada, que lo que digan, nada más: murió porque andaba peleando por su hijo y es todo»

Vive el país «estado de emergencia» por desapariciones forzadas y falta de justicia: Doña Mary

 Por Javier Valdez Cárdenas
Culiacán, Sin. Las desapariciones forzadas y la ausencia de justicia, a pesar de la lucha emprendida por familiares de las víctimas, demuestran el estado de emergencia en que se encuentra el país, afirmó la activista María Herrera Mag- daleno, quien tiene cuatro hijos desaparecidos.

La dirigente de la fundación que lleva su nombre y de una organización que suma a grupos de familiares de ausentes en al menos 17 estados del país, es conocida como Mamá Mari: la madre de todas, la líder rocosa en sus reclamos y gritos al gobierno, pero también dolorida y triste, con ojos siempre llorosos, incluso sin que ella se dé cuenta.

La lucha y búsqueda realizada por María Herrera y su familia se inició en 2008, cuando en el municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, desaparecieron sus hijos Raúl y Salvador. Junto con ellos también fueron privados de la libertad cinco trabajadores.

Cuando buscaban a sus hermanos, hombres armados levantaron a otros dos de sus hijos: Luis Armando y Gustavo Trujillo Herrera, en Poza Rica, Veracruz, junto con dos ciudadanos más, el 22 de septiembre de 2010.

11 desaparecidos

En total, por estos dos hechos permanecen desaparecidos 11 hombres, incluidos los cuatro hermanos. Para iniciar su lucha María Herrera y sus hijos, entre ellos Carlos, fundaron la organización Enlaces Nacionales, que incluye grupos de búsqueda y familiares de desaparecidos en 17 estados.

–Desde que empezaste esta lucha y has estado recorriendo el país, ¿qué ha cambiado en el escenario de los desaparecidos en México?

–Creo que es una pregunta que hay que hacer a otras familias de desaparecidos, pero en los enlaces nacionales que tenemos, la forma en que han respondido ha sido un poco conservadora para nosotros. Enlaces nacionales es una herramienta que pueda servir, que todo mundo la use y ayude a quien la necesite.

–¿Ya se puso a la altura del problema de los desaparecidos el gobierno, la Procuraduría General de la República y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas?

–Sigo pensando que están desconcertados. No saben qué hacer y no esperaban la magnitud de este problema, que fuera a tener estas consecuencias tan funestas. A la fecha todavía se dan oportunidades para prepararse, para capacitarse o doctorarse en tal o cual ámbito, y esto indica que no vienen con la herramienta necesaria para desempeñar su trabajo al ciento por ciento.

Todavía están viendo la manera de organizarse y esto nos da a entender que no hay tal preparación para una resolución de un problema tan grave como el de los desaparecidos. Creo que lo debemos resolver los tres niveles de gobierno y la sociedad.

–Pareciera que no hay sociedad que los respalde…

–Ha habido respuestas muy buenas de una parte de la sociedad y nos hemos rodeado de gente, de personas cultas, civilizadas, que entienden nuestro problema y sentimos que nos respaldan en muchísimas cosas. Creo que va a llegar un momento en que haya más respaldo de la sociedad, pero no del gobierno, porque a quienes nos respaldan, los mueven o los corren.

–¿Dejaron de ser invisibles los desaparecidos y la lucha de ustedes?

–Creo que sí, con paso muy lento, pero es un paso seguro.

–Te tocó tratar con Felipe Calderón, ¿qué diferencia hay con Enrique Peña Nieto?

–Es como de lo blanco a lo negro. No sé si (Felipe) Calderón hizo lo que otros, que no hayamos cómo remediar la situación. Tal vez fui injusta, creo que sintió cierta compasión por lo que hizo. No digo que fue tonto y no supo lo que hizo, porque bien sabía lo que se esperaba: después de una guerra hay consecuencias y son funestas, y quizá no lo quiso ver así o pretendió no verlo así.

Calderón nos dañó a morir

“Nos dañó a morir, nos dejó muertos en vida, y sabemos que él lo hizo por permitir esa guerra absurda y por no haber prevenido, haber dicho ‘voy a lanzar esta fauna de fieras salvajes, cierren sus puertas, no salgan’”.

Sin embargo, agrega, “Calderón al menos nos preguntó después de fregarnos, ‘en qué te ayudo’. Este señor (Peña Nieto) ni siquiera eso. No ha habido diálogo con él. No sabe ni cómo andamos ni ha dado seguimiento al tema.

“Empeoró todo con Peña Nieto porque delegó su obligación en (Miguel Ángel) Osorio Chong (secretario de Gobernación) y él con Lía Limón (subsecretaria de Derechos Humanos de esa dependencia), y así se hacen cascarita y cuando pasan las cosas nadie es responsable de nada. Ellos nos dicen ‘vayan a tal ventanilla, a tal oficina, más allá’, pero no pasa nada”.

–¿Entonces, ¿el gobierno es parte del problema, por la complicidad, la corrupción?

–El gobierno no es parte, el gobierno está metido, es el problema. Con esto de Ayotzinapa se destapó lo que ya habíamos dicho: son los estados los responsables, y el gobierno federal lo sabe, pero son libres y soberanos, sí señor, para que hagan lo que les da su regalada gana y nadie les marca límites. Y no hay quién diga ‘esto es federal, lo atraigo, y esto es estatal’, y ahí están los casos. Sabemos que las mismas personas con las que nos mandan son las que contribuyeron a la desaparición de nuestros hijos.

Matan a activistas y periodistas porque saben mucho

–En tiempos en que están matando periodistas y activistas, ¿qué hay por hacer?

–Este es un mensaje muy claro que nos matan a los activistas, a los reporteros, porque nosotros como familiares sabemos que son las únicas personas que tratan de pasar al cien la noticia, tal como es, ¿qué hacen? ¡Los callan! y si los callan están callando miles de voces y oídos que pudieran darse cuenta de la crueldad, de lo que estamos viviendo.

Sentimos en el alma el dolor de las agresiones, pero mientras la sociedad no participe estamos fritos, porque bien podemos llorar, gritar y patear, y es poco lo que podemos hacer.

Esto que vivimos es un dolor con el que no te acostumbras, es un dolor que debe compartirse con la sociedad. Esto que vivimos tiene su nombre y al gobierno no le gusta llamarlo así, pero esta es una emergencia nacional que debe unirnos a los afectados y a la sociedad mexicana.

Fuente: Periódico La Jornada. Domingo 16 de agosto de 2015, p. 24. http://www.jornada.unam.mx/2015/08/16/estados/024n1est

Presentación de Campos de Amapola y búsqueda de personas desaparecidas en México

Atenta invitación para el día de mañana miércoles 18 de febrero a las 19 horas a la presentación de las organizaciones que componen la Red de Enlaces Nacionales, la labor de Familiares en Búsqueda María Herrera A.C. y del libro de Lolita Bosch titulado «Campos de Amapola. Antes de Esto. Una novela sobre el narcotráfico en México».

El evento se llevará a cabo en casa Refugio Citlaltépetl. Calle Citlaltépetl No. 25 entre Ámsterdam y Campeche Colonia Hipódromo Condesa 06170 Delegación Cuauhtémoc México, D.F.

La presentación del libro se va a llevar a cabo a beneficio de la organización y lo que se recaude de su venta será para financiar nuestro trabajo, el costo del libro es de $200.

El prohibicionismo y la violencia en México

Por Amaya Ordorika para ReverdeSer Colectivo

La estrategia internacional de política de drogas, aplicada rigurosamente en México, se ha planteado un mundo sin drogas. Al cuál se propone llegar a través de la prohibición de la producción, distribución, venta y consumo de ciertas sustancias. Sin embargo, lejos de lograr este objetivo, el consumo de sustancias ilícitas no ha hecho más que aumentar, mientras que hemos visto otros efectos sumamente dañinos asentarse sobre nuestras comunidades.[i]

Esta estrategia de prohibición mantiene un negocio de miles de millones de dólares en la ilegalidad, lo cual tiene consecuencias altamente preocupantes:

  • La primera, y quizás la más evidente, es que este negocio, que genera enorme márgenes de ganancia para quienes participan en él, no tiene una forma legal de regulación, por lo que se regula a través de la apropiación territorial violenta. Es decir, las diferentes partes disputan los espacios de venta por medio de la fuerza. Al ser un espacio que está por fuera de la legalidad, al interior también se regula por medio de la violencia.[ii]
  • Sumado a esto, por ser un negocio ilegal, altamente perseguido, las partes usan la violencia no sólo al interactuar entre sí, sino también para repeler a las fuerzas de seguridad del Estado. Esto ha resultado en una carrera armamentista, en la que el Estado y el narcotráfico están continuamente actualizando su equipo para estar más preparado que el otro.[iii] Esto es un negocio redondo para la industria armamentista de Estados Unidos, quien por medio de tratados como la Iniciativa Mérida hace acuerdos millonarios para proveer de armas al Estado mexicano[iv] y que por el otro lado vende armas de manera ilegal a grupos del crimen organizado.[v]
  • Otra consecuencia de mantener este mercado en la ilegalidad es que se favorecen altos índices de corrupción a nivel nacional. Un mercado que genera tantas ganancias, pero que opera en la ilegalidad, necesita funcionarios de todos los niveles de gobierno que, cuando menos, se hagan de la vista  gorda, para lo cual tienen muchos recursos. Desde agentes aduanales y policías municipales, hasta altos mandos del ejército, pasando por todo tipo de funcionarios públicos, han sido presentados con la opción de participar del negocio ilegal y recibir grandes sumas de dinero o ser víctima de alguna forma de violencia.[vi]

En México, hemos asumido la responsabilidad de desactivar las redes de producción y distribución de sustancias ilegales por medio del uso de la fuerza. La prohibición y criminalización de las drogas han empujado al gobierno a enfocar poder económico, judicial y militar en el combate al narcotráfico, en lugar de aplicar estos recursos en la prevención del delito y el castigo de delitos violentos con afectaciones a terceros como el secuestro, la extorsión y el tráfico de personas.

Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón Hinojosa, el gobierno federal emprendió una ofensiva militar conocida como la “guerra contra el narco”. Esta estrategia consistió en la designación de las personas que participan en cualquier eslabón de la cadena del narcotráfico como enemigos de la seguridad nacional, lo cual ha tenido consecuencias desastrosas. En palabras del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad: “El alza en la violencia vinculada al discurso oficial que ha designado a los narcotraficantes como enemigos de la seguridad nacional genera una dinámica en la que el miedo es más importante que la defensa de las garantías civiles, lo que lleva a un deterioro del estado de derecho, donde parecen perder importancia la vida, el debido proceso y la libertad de expresión frente al combate al narcotráfico”[vii].

Esta estrategia se basó en la militarización de la seguridad del país. Esto se dio de dos maneras: la primera fue el despliegue de miles de militares en todo el país para la realización de tareas correspondientes a los órganos de seguridad pública y la segunda fue la sustitución de titulares de instituciones de seguridad pública por militares en activo o en retiro.[viii] Esto sumado al discurso de enemigo público es particularmente preocupante, debido a que la formación militar consiste en la eliminación del enemigo. En este contexto el estado de derecho quedó relegado y se volvió suficiente acusar a alguien de ser narcotraficante para ser encarcelado, e incluso asesinado, a manos del ejército, sin que fuera necesaria mayor explicación.

La militarización del país que se radicalizó durante el sexenio de Calderón tuvo efectos, u objetivos no oficiales, graves. Entre ellos podemos destacar que sirvió como mecanismo de control social y sobre los recursos naturales.[ix] Sumado a esto, lejos de reducir la violencia, las denuncias de violaciones a derechos humanos aumentaron exponencialmente en los lugares con mayor presencia del ejército.

La situación de violencia que vivimos hoy en México es en gran parte resultado de las políticas en materia de drogas aplicadas en el país. Es por esto que es importante participar del debate de política de drogas. Hablar de política de drogas es hablar de violencia, de derechos humanos, de criminalización y marginación de la juventud, de las personas en condiciones de pobreza y a la protesta social. No es un tema de “pachecos” y “delincuentes”, es un tema de todos y de todas.


[i]  Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas: “Asumiendo el Control: Caminos hacia políticas de drogas eficaces” 2014, disponible en:

https://reverdeser.files.wordpress.com/2014/11/c6218-global_commission_es.pdf

[ii]  Brombacher, Daniel “This is what you get. Mercados ilegales y violencia en América Latina” Policy Paper, Fundación Friedrich Ebert Stiftung. Disponible en:

http://library.fes.de/pdf-files/bueros/kolumbien/09230.pdf

[iii]  Informe de la Comisión Global de Políticas de Drogas: “Guerra a las drogas” 2011, disponible en:

http://www.globalcommissionondrugs.org/wp-content/themes/gcdp_v1/pdf/Global_Commission_Report_Spanish.pdf

[iv]  Carlsen, Laura, «Suspensión de fondos de la Iniciativa Mérida salvará vidas», 2013, Programa de las Américas, disponible en: http://www.cipamericas.org/es/archives/10295

[v]  Tourliere, Mathieu «México, territorio abierto a las armas» 2013, Proceso, disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=337637

[vi]   Soberon, Ricardo, «Corrupción, narcotráfico y fuerzas armadas: una aproximación para América Latina», Transational Institute, disponible en: http://www.tni.org/es/article/corrupci%C3%B3n-narcotr%C3%A1fico-y-fuerzas-armadas-una-approximaci%C3%B3n-para-am%C3%A9rica-latina

[vii]   Posicionamiento de la Plataforma de Política de Drogas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, disponible en: http://movimientoporlapaz.mx/es/2013/10/01/la-politica-de-drogas-en-mexico/

[viii]   Acosta Urquidi, Mariclaire. “La impunidad crónica de México: Una aproximación desde los derechos humanos”. CDHDF. México, 2012. Pp. 71. Ver también, ICG. Peña Nieto’s challenge: Criminal cartels and rule of law in Mexico. International crisis group, 2013. Pp. 16

[ix]  Carlsen, Laura, «Las mujeres al frente de los movimientos contra la militarización», Programa de las Américas, disponible en: www.cipamericas.org/es/archives/3436

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué nos asesinan?… aquí la respuesta

Si has gritado/escuchado la consigna

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué nos asesinan?

Si somos la esperanza

de América Latina

Y quieres conocer parte de la respuesta, tienes que ver este vídeo del medio libre Subversiones:

Prólogo: Contra Estados Unidos

Por John Gibler

El escritor estadounidense, autor de México Rebelde (Debate) y Tzompaxtle. La fuga de un guerrillero (Tusquets) escribió este prólogo al más reciente libro de Diego Osorno, titulado Contra Estados Unidos. Crónicas desamparadas (Editorial Almadía), en el cual se relata la forma en que un centenar de víctimas de la guerra del narco cruzaron durante un mes el vecino país de Los Ángeles a Washington, lideradas por Javier Sicilia.


La llamada «guerra contra las drogas» en los Estados Unidos fue diseñada y desarrollada durante la administración de Richard Nixon para, entre otras cosas, oprimir y controlar las comunidades afro-americanas en ese país. H.R. Haldeman, jefe del estado mayor de Nixon, escribió que el entonces presidente de los Estados Unidos, «enfatizó que tienes que enfrentar el hecho de que todo el problema realmente son los negros (sic). La clave es diseñar un sistema que reconoce esto sin aparentarlo.»

La primera acción anti-narcótica llevada acabo por Nixon —dos años antes de la declaración oficial de «guerra» en 1971— fue cerrar la frontera con México y así obligar a la administración de Gustavo Díaz Ordaz a cumplir con los mandatos estadounidenses respecto al combate de la producción de marihuana y amapola en México.

Desde sus raíces, la «guerra contra las drogas» une el colonialismo interno —tomando prestado el concepto trabajado por Pablo González Casanova respecto al Estado mexicano— y el imperialismo transnacional del gobierno estadounidense.

Consideremos: se quiere diseñar un sistema que oprime a las comunidades afroamericanas sin evidenciar la lógica de su diseño en sus acciones. Entonces, ¿qué se puede hacer? Chingar a México, cerrando la frontera y humillando el gobierno del estado vecino.

México fue el primer estado en sufrir las ambiciones imperiales de los Estados Unidos en 1846-1848. Muchas naciones indígenas habían sufrido esa ambición, ni hablar de los casi 4 millones de esclavos africanos y sus comunidades de origen. Y México fue el primer estado de sufrir las ambiciones neo-imperiales semi-ocultas en la «guerra contra las drogas.» Pero, no fue «México» exactamente quienha sufrido esa guerra —a varios generales y comandantes de la guerra les ha ido a veces escandalosamente bien— sino, en su gran mayoría, ha sido la gente de abajo, la gente sencilla, la gente trabajadora quienes la han sufrido.

*

A los cuarenta años de la supuesta «guerra», las drogas ahora se venden y se consumen a mayor escala que cuando empezó. Mucho mayor. Un refrán constante de quienes critican la «guerra contra las drogas» es que ha sido un fracaso rotundo. Yo también lo he dicho. Pero ahora no lo sé. La hipótesis del fracaso no me convence. Creo, en cambio, que la guerra ha sido todo un éxito. La paradoja aparece de esta forma: mientras los gobiernos de los Estados Unidos y sus aliados aumentan sus combates y acciones de guerra, más se multiplican los blancos de la misma. ¿Qué pasa, entonces, si invertimos la lógica de la guerra? Supongamos, por el momento, que la guerra no persigue la victoria, es decir, parar o eliminar la producción y el consumo de un par de químicos y yerbas. Supongamos que la guerra persigue el fracaso, es decir, que el fin de la guerra sea sostenerse a si misma de manera constante.

*

Los arquitectos de la guerra la presentan y la defienden como un esfuerzo de desarticular y destrozar varios elementos de un mercado: la producción, el traslado, la distribución, la venta, y el consumo de las drogas ilegales. Pero la guerra en síes un mercado también: de presupuestos, salarios, armamento, y, sobre todo, capital político.

El narco y la guerra contra el narco: los dos son mercados y obedecen las leyes del mercado, no las del código penal. Estos dos mercados no están enfrentados en un combate: están unidos inseparablemente, son como gemelos unidos desde el nacimiento que comparten los órganos vitales: matas a uno, matas al otro; alimentas a uno, alimentas al otro. Mientras más se alimenta la «guerra contra las drogas» más se alimenta el negocio de las drogas.

Uno de los órganos vitales que comparten los dos mercados es la ilegalidad de la mercancía, de la droga. La ilegalidad da estructura a los dos mercados, es el lugar en donde los dos se unen. La ilegalidad de la droga —que se produce, envía, distribuye, vende, y consume a nivel global— requiere la invisibilidad oficial del mercado. Se tiene que «esconder» la producción, el envío, etcétera. ¿Se puede imaginar que se esconda —en plena época de satélites y el GPS— la producción mundial de las naranjas? ¿O la distribución global de los cigarrillos? Pues, no. ¿Por qué entonces tragarnos la idea de que nadie sabe donde se siembra y por donde se traslada la marihuana, la coca, y la amapola? O, dicho de otra manera, ¿quién puede encargarse de producir la invisibilidad oficial en el mercado de las drogas? Los encargados de vigilar el mercado, es decir, los agentes del estado.

El mercado de «la guerra contra las drogas», en cambio, tiene como mercancía central los arrestos. La producción constante de arrestos es fundamental para el capital político que tanto anhela el estado. ¿Cómo entender el arresto del Chapo? La figura simbólica del Chapo se volvió más lucrativa para los dos mercados como un «enemigo arrestado» que como el «mito del gran capo fugitivo».

La producción de arrestos requiere de información. ¿Quién puede garantizar buenos arrestos? Los productores, traficantes, y vendedores de la droga. Dicho de otra manera: los narcotraficantes trabajan para los generales de «la guerra contra las drogas» igual que los generales trabajan para los narcotraficantes: dos mercados como gemelos unidos.

Tanto el estado como los empresarios mayores del narcotráfico se benefician de la mitología que busca esconder la estructura de los dos mercados. Es decir, en lugar de analizar los dos mercados como gemelos unidos, se habla de capos, carteles, y la corrupción. La figura del forajido tanto como la del policía o del político corrupto sirven para enfatizar la supuesta separación entre el estado y el narcotráfico, y así salvaguardar la percepción de legitimidad del estado, tanto en los Estados Unidos como en México o cualquier otro país.

Los dos mercados unidos, la «guerra» y el “narco» tienen otro producto en común: la muerte. El asesinato —la muerte súbita— y el encarcelamiento —la muerte lenta— son figuras necesarias para los mercados gemelos. El asesinato funciona como la demanda y la propaganda a la vez. El encarcelamiento funciona, entre otras cosas, como una especie de escuela técnica para formar empleados y microempresarios y así garantizar un ciclo perpetuo de personas que se pueden arrestar.

Los dos mercados son transnacionales, pero el motor principal, la sede de poder financiero y político del mercado de la guerra contra las drogas se ubica en los Estados Unidos. El motor principal también del mercado del consumo de las drogas ilegales se ubica en los Estados Unidos. Cuando ese motor trabaja a todo lo que da, los mercados menores también crecen y se benefician.

En este momento —el verano del 2014— aunque la muerte y el dolor racistas de esta guerra atacan sin descanso en los Estados Unidos, el motor principal de la producción de la muerte se encuentra en México.

La frontera entre los Estados Unidos y México no es una línea divisoria, es una línea que despacha valor, desprecio y muerte: el valor de la droga y el desprecio y la muerte de la gente.

*

Entre el 12 de agosto y el 12 septiembre del 2012, 140 personas —en su gran mayoría sobrevivientes de y familiares de personas asesinadas o desaparecidas en la llamada «guerra contra el narcotráfico» en México— viajaron más de 11 mil kilómetros por 14 estados, haciendo paradas en 27 ciudades de los Estados Unidos. El objetivo del viaje: gritar su dolor frente a los arquitectos de la «guerra contra las drogas» y construir lazos con organizaciones de sobrevivientes y familiares de personas asesinadas o desaparecidas en esta guerra en los Estados Unidos. Su objetivo: parar la guerra.

Diego Enrique Osorno los acompañó en todo el viaje, con libreta y pluma en mano, escribiendo una crónica diaria para compartir en México algunos señales de vida desde el viaje del dolor por los caminos del país diseñador de ese particular llanto que recorre México sin piedad. Aquí encontramos las crónicas de este viaje, las voces, los caminos, los encuentros y los desencuentros, las esperanzas y las desesperanzas.

*

En este libro también encontramos frases que jamás se deberían de haber escrito. Digo, frases que señalan hechos que jamás deberían de haber ocurrido. ¿Qué hacer frente a una frase que dice: «Al único que le desaparecieron una familia completa es a Carlos Castro»?

Dolor sin medida.

*

Y en este libro encontramos breves retratos de personas que viajaron en la caravana y personas que recibieron a la caravana. Estos retratos, como las crónicas que los contienen, son también marchas y caminos y gritos y rabia contra la muerte y el dolor de esta guerra. A través de la mirada y la escucha de Osorno, aquí nos encontramos brevemente en el camino con personas como William Slemaker:

Descubriría por su cuenta que tras el concierto de Pepe Aguilar, tanto su hija, como su amiga, quienes viajaban a bordo de un Mitsubishi color perla con placas texanas, habían sido interceptadas por policías municipales de Nuevo Laredo. Luego, estos las habrían llevado con altos mandos de Los Zetas. “Se las dieron a ellos, como si fueran un regalo”, cuenta Slemaker, mientras en la plaza San Pedro, todo se va acomodando para que inicie esta mañana el evento de bienvenida a la Caravana por la Paz que recorre Estados Unidos. “Es cierto lo que dijo el poeta Javier Sicilia: si Juárez es el epicentro del dolor, Tamaulipas es la tierra del horror”.

Como Rosa Elena Pérez:

Cuando salió de la morgue, una funcionaria se acercó a comentarle que en Reynosa se decía que el fin de semana habían secuestrado a más de cien muchachas, porque una de las bandas de la guerra tenía un pedido grande de entrega de chicas para un tratante de mujeres.

Como Daniel Vega:

“Este domingo voy a cumplir un año de que me vine a Estados Unidos con mi familia. La última vez que estuve allá, un día llegaron un grupo de hombres armados a mi casa. Nos tiraron al piso a todos y empezaron a preguntarse a quién se llevarían: si a mi mamá o a mi tía. Al final se llevaron a mi tía. Desde entonces no sabemos nada de ella. No hemos encontrado su cuerpo. No la podemos enterrar. Para ellos, los malos, la vida y todo es un juego, pero para nosotros no”, dijo en el salón de la NAACP, ante más de doscientas personas que escucharon también otros testimonios de víctimas de la guerra del narco en México. 

Y como Juan Carlos y Rafael Herrera:

Viajaron a Poza Rica y se hicieron pasar como compradores de droga. Empezaron a infiltrar con lentitud el mundo subterráneo y bastante compartimentado de Los Zetas, hasta que hicieron camaradería con un mando de la banda de la última letra, a quien le confesaron cuál era su verdadero motivo. El hombre se apiadó de ellos. Juan Carlos fue amarrado, vendado de los ojos y luego llevado hasta algún lugar cerca de Poza Rica, donde lo recibió el más alto mando de los Zetas en la zona. “Le dije ‘somos gente de paz, quiero buscar a mis hermanos. No tenemos todo el dinero del mundo, pero sí estoy en la disposición de darles todo lo que tenemos’. El hombre que estaba ahí me dijo ‘No tengo a tus puercos. Y si los tuviera te los daría por tu dinero. No te mato porque éste que te trajo aquí me lo pidió, si no estarías muerto’.”

En todos estos retratos notamos algo en común: quienes hacen la búsqueda por sus seres queridos son los propios familiares. Ni los “narcos” ni las “autoridades” les apoyan en nada. En eso también están unidos los dos mercados, en la impunidad.

*

La Caravana por la Paz. Así nombraron a su viaje. Era eso, es eso, lo que buscaban, lo que buscan. La paz. Pero no la “paz imperial,” como describe Javier Sicilia —padre de Juan Francisco, poeta y el principal promotor de la caravana— en su larga entrevista con Diego Osorno:

Hay un ensayo de Iván Ilich genial sobre la palabra paz. El problema de la palabra paz es que es otra palabra amiba y viene del mundo romano: Pax. Es una paz imperial. Hay muchas formas de nombrar la paz. Contrasta muy bien por ejemplo cuando el judío decía “Shalom” que es la paz y el ciudadano romano decía “pax”. Cuando decía la pax el romano, volteaba hacia el imperio, veía los estandartes imperiales, no es lo mismo cuando decía Shalom el patriarca, el patriarca alzaba los ojos al cielo y pedía la bendición del altísimo para proteger el pequeño rebaño de Israel. Entonces el problema de la paz es que no se ha encontrado. Lo que vivimos ahorita es la paz económica, que es una paz violenta porque es la del despojo, la que alimenta a final de cuentas la guerra, la paz de las grandes trasnacionales, la paz del arrasamiento de la tierra, la paz económica que tiene una resonancia más con la paz imperial.

Esa distinción que nos ofrece Javier Sicilia entre una paz imperial, una paz económica del despojo y la paz que no se ha encontrado, es urgente. Pero tal vez no haga falta ni Pax ni Shalom para buscar esa paz perdida en México. Por ejemplo, estábats´i kuxlejal, una paz que no ve ni al imperio ni al patriarca. Es una paz que mira a la vida.

Las crónicas de Diego Osorno aquí reunidas nos comparten varios tramos de esa búsqueda, y ese compartir es en sí un disparo de aliento contra la guerra, un disparo de dolor e indignación contra los arquitectos de la guerra, contra los Estados Unidos. Ese compartir, el trabajo del cronista comprometido, es también un abrazo vivo contra el olvido.

Diferencias entre un mundo con regulación de sustancias y un mundo que prohibe sustancias.

El corto animado «The Flower» (La Flor) muestra como funcionaría un mundo en el que se regula la producción, distribución y uso de sustancias psicoactivas, en comparación con nuestro mundo actual, que prohibe un gran número de drogas, incluída la mariguana.